Lydia (Erin Moriarty) es una hija de padres divorciados, quien en sus andanzas comienza un romance con un narcotraficante, quien la pone a prueba en una “visita” para ajustar cuentas; entonces las cosas se complican y Lydia comete un error, y por ende tiene que huir. Es ahí cuando busca a Link (Mel Gibson), su padre, quien es un ex-convicto que se encuentra en libertad condicional y alcohólico rehabilitado, y juntos huyen de los narcotraficantes que buscan venganza.
Así regresa Mel Gibson a la pantalla grande, haciéndonos recordar lo que una película de acción debe llevar: golpes, balas y adrenalina.
Una película que no sobresale en su género pero que tiene una buena dosis de lo antes mencionado; veremos varias secuencias de acción que podrán poner al cien a más de uno, reviviremos aquella época de Gibson donde además de eso tendrá los comentarios sarcásticos propios del actor.
Una parte que se puede apreciar, es que le dieron importancia también a la relación padre-hija, donde veremos como a pesar de todo se busca el bienestar de los hijos, aún con todo lo pasado con ellos.
Una cinta que puede ser una buena inversión de tiempo, no apta para los más exigentes.
Veamos que es capaz de hacer Link por Lidia, en Sangre de Mi Sangre.