Los experimentos genéticos siempre han estado a la orden del día, buscando evolucionar la especie, con un sinfín de variantes en sus investigaciones; tal es el caso de Morgan (Ann Taylor-Joy), un ser modificado con ADN sintético, capaz de desarrollar habilidades a gran velocidad, superando las expectativas de sus creadores. Después de una serie de acontecimientos, envían a Lee Weathers (Kate Mara) quien es una consultora de riesgos de la compañía que subsidia todo el proyecto, y es donde se da cuenta que clase de ser es Morgan.
Con esta premisa se estrena Luke Scott, hijo del famoso Ridley Scott, tratando de iniciar un camino igual al de su progenitor en el ámbito de la pantalla grande.
Una historia de ciencia ficción, con un tema ya conocido por muchos pero no por ello agotado en posibilidades; nos muestra un filme con una buena cantidad de acción y un poco de suspenso para poder mantener al tanto al espectador y tratar de anticipar el siguiente paso en el desarrollo del mismo; es un buen comienzo en la carrera del director, que si sigue en ese camino, si podrá dejar la sombra del nombre de su padre y brillar por sí mismo.
La cinta cuenta con varios elementos, destacando el elenco y los papeles que están muy bien desarrollados, en cada personaje se logra plasmar un comportamiento específico que puede llegar a generar reflexión por las situaciones en las que interactúan y la manera en la que toman parte de los acontecimientos que ocurren en torno a Morgan.
Una buena película para el público en general, que hará que tengan un buen sabor de boca, y si este fue su debut como director, Luke Scott tiene mucha posibilidad de llegar a ser grande.
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